I went to pick Javier up and we drove to San Antonio. There was Commander Broom, but this time he had brought a Chilean girlfriend: Bernardita. She had curly brown hair and beautiful blue eyes. She was tall and had a nice smile. Commander was happy to be in that place because he said Saint Anthony was patron saint of those in love.
As we had coffee he told us what he had been up to. He had met Bernardita when he was in a tepee in an Indian exhibit in a fair in Santiago. It had been love at first sight. Later they drove to El Bolsón in Argentina and had stayed there for some time. They went back to Santiago. They had been in Cuzco and then decided to come to Lima. Bernardita’s brother in law was an important executive in Ripley, a Chilean department store. Her sister had three little boys and she was happy she would see them. Bernardita loved children.
Javier told Commander Broom now Lama Ole had a Buddhist Center on Ribeyro Street, a few blocks away from my house. Javier lived there with Carmen Salas and Alfonso. Mauricio would stay over on weekends. We would meet twice a week for Meditation, but Carlos organized Sunday luncheons and other activities. There was a big room for Meditation, which had a balcony overlooking the street. It was very nice and luminous. With the Center there was new energy and many young people came: Charlie, César and Alvaro were among them. Our Center was growing!
Mano and Bernardita were staying at a friend’s house in Miraflores. They had met in Cuzco in a spiritual meeting. She had many cats. They invited us for dinner the following week! We had a vegetarian dinner and talked until late at night.
Commander had some friends who lent him a bicycle. He would come to the Center and visit. Bernardita was an expert craftswoman and made beautiful earrings with tiny beads. They were artistic and colorful. Commander had something which he called “The Self-Generation of Abundance”, which consisted on preparing shampoo out of herbs, honey, and detergent, which he bottled and labeled.
There was a Holistic Food Fair in the neighborhood, in a park called Reducto near the Center. There you could find vegetables grown without pesticides, honey of happy bees, Olive oil , grains and also bread and pastries. Henry, a friend of Commander had a stand of Macrobiotic food there every Saturday. The Fair started at seven in the morning and lasted until three in the afternoon. Commander would walk in front of the stands among the people, offering his shampoo and Bernardita’s earrings
The time came when Commander Broom asked for refuge again. He and Bernardita were not getting along well with the lady where they were staying. I told them they could stay in my house. I have two bedrooms. I was staying in my daughter’s room which was smaller and therefore warmer in the winter. I gave them the Queen bed in the large room facing the street.
Commander Broom had met my grandson Jose Alfredo when he was little. He had composed him a song which the kid liked. By the time Mano and Bernardita moved in, my daughter and her family were living in Detroit where my son-in –law was working and studying. My daughter was about to give birth. Nicolás was born on October 21st at 7.21 am- That evening we called Jose Alfredo the eldest, who was six at the time. I thought he needed some comfort about the new arrival. I talked to him and then I put Commander Broom on the phone and he sang his song to him. Jose Alfredo liked it. His other grandmother was there with him. I had not been able to go. My grandson had been an only child for six years and he had to adjust to the new arrival.
Commander and Bernardita adapted to their new situation. They went to the Central marketplace and bought a huge pot and all the ingredients to prepare Commander’s shampoo. It was dark brown and smelled of herbs.
Mano, as he called himself, had grown a very long beard and he looked like a prophet out of the Bible. He was in his forties. His hair was brown, but his beard was grey, which made him look much older. He would wear colored pants and loose shirts like an outdated hippie. There was a bank next door and he would tell the guards outside he was all peace and love , in case they would mistake him for a wrongdoer.
A few days later, on October 27th, it was my birthday and I decided to celebrate it with a luncheon. Javier brought a special salad called “Soltero”, my friend Lily prepared “Ají de gallina” and Teté brought a spinach quiche. Somebody brought a cake and Commander and Bernardita also prepared some dishes and helped out. We were having the lunch in the patio outside, and that afternoon about six those who had lingered watched an eclipse!
A few days later Mano as he called himself shaved his beard and trimmed his hair. They had decided to go to Medellín Colombia to visit his parents. He wanted to look good! He really looked much younger without the beard. They left some of their belongings in a closet and promised they would be back soon. Javier and I bade them farewell.
EL REGRESO DEL COMANDANTE ESCOBA
Una mañana de agosto del 2004, Javier me llamó desde el Centro donde entonces vivía . “¡El Comandante Escoba ha vuelto!”- me dijo.”Nos quiere encontrar en la pastelería San Antonio.” Yo me puse muy contenta de oír eso. No habíamos sabido de él en varios años, desde que se había ido de San Bartolo.
Fui a recoger a Javier y enrumbamos a la San Antonio. Allí estaba el Comandante Escoba ,pero esta vez había traído una novia chilena : Bernardita. Ella tenía pelo marrón crespo y unos lindos ojos azules. Era alta y tenía una linda sonrisa. Al Comandante le gustaba estar allí porque dijo que San Antonio era el santo patrón de los novios.
Mientras tomábamos café nos contó lo que había hecho en ese tiempo. Había conocido a Bernardita cuando estaba en una tienda india en una exhibición en una feria en Santiago. Fue amor a primera vista. Luego ellos se fueron manejando un auto al Bolsón en Argentina y se quedaron un tiempo. Ellos regresaron a Santiago . Fueron al Cuzco y después decidieron venir a Lima. El cuñado de Bernardita era un alto ejecutivo de Ripley , una cadena chilena de tiendas en Lima. Su hermana era madre de tres niños y ella estaba feliz de verlos. Bernardita amaba a los niños.
Javier le contó al Comandante que Lama Ole ya tenía su primer Centro en la calle Ribeyro, a algunas cuadras de mi casa. Javier vivía allí con Carmen Salas y Alfonso. Mauricio se quedaba los fines de semana. Nos reuníamos dos veces por semana para Meditación , pero Carlos organizaba almuerzos domingueros y otras actividades. Había un salón grande para meditación con un balcón que daba a la calle. Era muy bonito y luminoso. Con el Centro llegó nueva energía y muchos jóvenes vinieron : Charlie, César y Alvaro entre otros. ¡Nuestro Centro estaba creciendo!
Mano y Bernardita se estaban quedando en casa de una amiga en Miraflores. La habían conocido en el Cuzco en un encuentro espiritual. Ella tenía muchos gatos. Nos invitaron a cenar la semana siguiente . Tuvimos una cena vegetariana y conversamos hasta tarde.
El Comandante tenía unos amigos que le prestaron una bicicleta. El visitaba el centro. Bernardita era una experta artesana y confeccionaba lindos aretes con pequeñas cuentas. Eran artísticos y coloridos, El Comandante tenía algo que llamaba “la auto-generación de la abundancia”, que consistía en preparar un champú para el pelo con hierbas, miel y detergente. Luego los embotellaba y etiquetaba.
Había una Bioferia de alimentos en el barrio, en un parque llamado Reducto, cerca del Centro .Allí se podía encontrar vegetales producidos sin pesticidas, miel de abejas felices, aceite de Oliva, granos y también panes y galletas. Henry, un amigo del Comandante tenía un puesto de comida macrobiótica los sábados . La Bioferia empezaba a las siete de la mañana y duraba hasta las tres. El Comandante caminaba delante de los puestos entre la gente, ofreciendo su champú y los aretes de Bernardita.
Llegó el momento en que el Comandante pidió refugio otra vez. Bernardita y él no se llevaban bien con bien con la señora con la cual se estaban quedando. Les dije que podían venir a mi casa. Tengo dos dormitorios. Yo me estaba quedando en el cuarto de mi hija, el más pequeño y cálido en el invierno. Les di a ellos la cama doble del cuarto grande que daba a la calle.
El Comandante había conocido a mi nieto José Alfredo cuando era pequeñito . Le había compuesto una canción que le gustaba al niño. Cuando Mano y Bernardita se mudaron, mi hija y su familia vivían en Detroit donde mi yerno estaba trabajando y estudiando. Mi hija estaba a punto de dar a luz. Nicolás nació el 21 de octubre a las 7.21 de la mañana. Esa tarde llamamos a José Alfredo, el hijo mayor que tenía 6 en ese entonces. Pensé que iba a necesitar apoyo con la llegada de su hermano. Yo le hablé primero y luego le puse al Comandante a cantarle su canción. A José Alfredo le gustó. La otra abuela estaba con él. Yo no había podido ir. Mi nieto había sido hijo único por seis años y tenía que acostumbrarse al recién llegado.
El Comandante y Bernardita se adaptaron a la nueva situación. Fueron al Mercado Central y compraron una olla gigante y los ingredientes para preparar el champú del Comandante. Era marrón oscuro y olía a hierbas.
Mano, como se llamaba se había dejado crecer la barba muy larga y parecía un profeta de la Biblia. Estaba en los cuarenta, Su pelo era marrón , pero la barba era blanca , lo que lo hacía parecer mucho mayor. Usaba pantalones de colores y camisas sueltas como un Hippie trasnochado. Había un banco al costado de mi casa y él le decía a los policías que era todo paz y amor, no lo fueran a confundir con un maleante.
Unos días después, el 27 de octubre era mi cumpleaños y decidí celebrarlo con un almuerzo para los amigos. Javier trajo una ensalada llamada “soltero”, mi amiga Lily preparó “ají de gallina” ,y Teté trajo pastel de espinaca. Alguien trajo una torta y el Comandante y Bernardita también prepararon algo y ayudaron a atender. Hicimos el almuerzo afuera en el patio y esa tarde a eso de las seis, los que se quedaron pudieron apreciar un eclipse.
Unos días después mano se afeitó la barba y se cortó el pelo. Ellos habían decidido ir a Medellín Colombia a visitar a los padres del Comandante. ¡El quería lucir bien! Así se veía mucho más joven sin la barba. Dejaron algunas cosas suyas en el closet y prometieron volver pronto. Javier y yo nos despedimos de ellos.