Javier moved to San Bartolo, a seaside town 50
kilometers South of Lima by the end of year 2,000. He rented a two story house
near the Marketplace on Pacific Ocean Street. The house had two bedrooms, a big
living room which became the internet place with many computers, and a kitchen.
On the second floor there were two other bedrooms: one for Chino Javier Fon,
Javier’s partner and another for Maria, the cook. Cathy the secretary , would
come by bus every morning. I had a house in Lima, but would come and go and
stayed as long as I could. My daughter and her husband Jose took care of my
house since they lived with me .
Javier loved Buddhism so much he had asked Hannah for
his place to become a Buddhist Center. Hannah had given him permission. So now
he had a Diamond Way Center, he needed some people who would come to meditate.
He asked Cathy to put up a sign on the wall: it said “We teach Meditation. If
interested ask here.”
One day Cathy came all excited saying there was a person
who had asked for meditation. There was a room facing the street. Javier had
made his office there. We were sitting round a table in the office when this
fortyish handsome guy with a small beard came in. He had a broom on his hand. I
had not noticed the handle was a flute.
He told us his story: He was Electric Blue Hand,
Commander Broom-The strange name came from the Maya Calendar. My Maya name was
White Crystal Wind. Javier’s was Tuned Red Hand.
He came from El Carmen del Viboral, where waters spring from in Colombia.. He was
a conservationist who knew a lot about agriculture without pesticides. He had
recuperated a place that had been a dump before. Now it was a beautiful
orchard. He also recycled objects: from a beer or wine bottle he would make a
glass with the lower part. With the upper part he would make a wind chime. He
would put a cork at the top and a piece of metal with bird feathers or
seashells inside. as clapper. He was strange but cute and I was afraid Javier
would chase him out. especially when he started playing his broom-flute. But
Javier had also liked him, and we went on to do the Three Lights Meditation. He
told us he was living nearby at a friend’s house. He was barefoot and was
wearing bathing trunks and a T shirt, but that was what all guys wore in the
summer in San Bartolo. After he left Cathy told us he had paid for the time he
had used the internet. “He is OK then.” Javier said.
As January went by he visited us often. He would sing
the mantra Karmapa Chenno in falsetto and different tones. That was his way of
integrating Dharma to his life. He was a joyful fellow. He would bring us small
presents: paper rainbows or cardboard leaves. He listened to Javier as he told
him about Lama Ole. He had told us the lady who was his hostess was pregnant.
When she got close to childbirth he told us he needed a place to stay. In other
words, he was asking for Refuge, but a material one.
The house had a garage, and a narrow veranda. Javier
had bought an oven to make pizza. It turned out that Commander Broom knew how
to make the dough. The garage became a Pizza shop and Commander’s room. In the
afternoons he would sell pizza and ask the costumers their birth dates in order
to tell them their Maya names. Ladies loved that and people would line up for
their pizza.
Numbers had a special meaning for him: he would look
at a license plate and would say “Oh great!·or “How bad!” All numbers had a
meaning to him., even the time of day or phone-numbers.
Commander was a good cook and when on February 9th
it was Javier’s birthday, he baked a wonderful carrot cake.
Mano, as he called himself, loved the idea of Tibetan
prayer wheels. He fabricated out of recycled parts one of his own which said
Karmapa Chenno which he gave to Javier. He also gave us a wind chime which
Javier put in the veranda. I also had one made for my grandson Jose Alfredo.
Summer was coming to an end and in March. Schools had
started already, and San Bartolo was half empty during weekdays. Only on
weekends the heat brought a lot of visitors.
Mano wanted to travel South to Chile and then go to El
Bolson in Patagonia. That was an area full of hippies like him. Javier obtained
from a friend of his, a bus ticket to Santiago for Commander Broom. It was the
end of March of year 2001. He promised he would come back, and he did in 2005,
when Javier was already living in the Buddhist Center on Ribeyro Street. He
said he would keep in touch and put all his belongings in a coarse cotton sack
and left.
Sometimes at night we would hear the wind chime and
wonder where he would be.”There, hear the chime”-Javier would say-“I wonder
where he is now!”
El Comandante Escoba y las Campanas
del Viento de Cristal
Javier se
mudó a San Bartolo, un pueblo costero a 50 kilómetros al sur de Lima a fines
del año 2,000. Alquiló una casa de dos pisos cerca del mercado, en la calle Mar
Pacífico. La casa tenía dos dormitorios, una sala-comedor grande que volvieron
cabina de Internet con muchas computadoras, y una cocina y un baño. En el
segundo piso había dos dormitorios: uno para en chino Javier Fon, el socio de
Javier, y otro para María la cocinera. Caty, la secretaria venía en bus cada mañana. Yo tenía mi casa en
Lima, pero iba y venía y me quedaba lo más que podía. Mi hija y su esposo Jose
cuidaban la casa porque vivían conmigo.
Javier amaba
el Budismo tanto que le pidió a Hannah que su local fuera un Centro Camino del
Diamante. Hannah le dio el permiso. Entonces ya tenía un centro Budista, pero
necesitaba gente que viniera a meditar. Le pidió a Caty que le pusiera en la
pared un letrero que decía: “Se enseña meditación. Interesados preguntar aquí.”
Un día vino
Caty muy emocionada diciendo que había una persona que había preguntado por la
Meditación. Había una habitación quedaba a la calle. Allí había puesto Javier
su oficina. Estábamos sentados a la mesa de la oficina. cuando un guapo
cuarentón de pelo y barba corta entró. Llevaba una escoba en la mano. No me di
cuenta que el mango era una flauta.
Nos contó su
historia: El era Mano Eléctrica Azul, el Comandante Escoba. El raro nombre
venía del calendario Maya. Mi nombre
maya era Viento Cristal Blanco y el de Javier Mano Entonada Roja. El venía del
Carmen del Viboral donde nacen las aguas, en Colombia.
Era un
conservacionista que sabía de agricultura sin pesticidas. Había recuperado un
terreno que había sido un botadero. Lo había convertido en un hermoso huerto.
También reciclaba objetos. De una botella de vidrio de vino o cerveza, la
cortaba y con la mitad de abajo hacía un vaso. Con la mitad de arriba hacía una
campana de viento. Les ponía un corcho en la parte de arriba y un badajo de
metal con plumas de gaviota o conchitas. Era raro pero tierno y tuve miedo que
Javier lo echara, especialmente cuando empezó a tocar su escoba-flauta.
Pero a
Javier también le había gustado, e hicimos la Meditación de la Tres Luces. Nos
dijo que estaba alojado cerca, en casa de unos amigos. Iba descalzo y llevaba
puestos una ropa de baño y un polo, pero eso era lo que llevaba todo el mundo
en el verano en San Bartolo. Después que se fue, Caty nos dijo que había pagado
por el tiempo que había usado la cabina de internet. “Está bien entonces”-dijo
Javier.
Durante el
mes de enero nos visitaba con frecuencia. Se ponía a cantar Karmapa Chenno en
distintos tonos de falsetto. Era su modo de integrar en Dharma a su vida. Era
alguien alegre. Nos traía regalitos: arco iris de papel, hojas a colores en
cartulina. El escuchaba a Javier contarle sobre Lama Ole.
Nos había
contado que la señora donde se alojaba estaba embarazada. Cuando se acercó la
fecha del parto nos dijo que necesitaba un lugar para quedarse. En otras
palabras nos estaba pidiendo refugio, pero uno material.
La casa
tenía un garaje y una estrecha terraza. Javier había comprado un horno para
hacer pizza. Resulta que el Comandante sabía hacer la masa. El garaje se
convirtió en pizzería y en los aposentos del Comandante. Por las tardes vendía
pizza y les iba preguntando a los clientes su fecha de nacimiento para decirles
su nombre en el calendario Maya. A las señoras les encantaba y hacían cola para
comprar la pizza.
Los números
tenían un significado especial para él: miraba la placa de un auto y decía “Qué
bueno” o “Qué mal”- Todos los números tenían significado para él desde la hora
del día hasta los números de teléfono.
El
Comandante era un buen cocinero, y un nueve de febrero cumpleaños de Javier
preparó una excelente torta de zanahoria.
Mano, como
se llamaba a sí mismo estaba encantado con la idea de las ruedas de oración
tibetanas ,y de partes que recogió de distintos lados , fabricó una que decía
Karmapa Chenno la cual regaló a Javier. También hizo una campana de viento de
vidrio, que colgamos en el techo de la terraza..También me hizo una para mi
nieto Jose Alfredo.
Estaba
terminando el verano en marzo. Ya había comenzado el año escolar. San Bartolo
estaba medio vacío durante la semana. Solo los fines de semana el calor atraía
a un montón de visitantes.
Mano quería
viajar al sur: a Chile para luego ir al “Bolsón”, un lugar en la Patagonia
lleno de Hippies. Javier consiguió a través de un amigo un pasaje en bus a
Santiago para el Comandante Escoba. Era fines de marzo del 2001. El prometió volver y
lo hizo en el 2005 cuando Javier ya vivía en el Centro Budista de la calle
Ribeyro.
Al irse el
Comandante dijo que seguiría en contacto, y puso todas sus posesiones en un
saco de yute y partió.
Algunas
noches escuchábamos la campana de viento y nos preguntábamos donde estaría.
“Escucha la campana.”-decía Javier.”Me pregunto dónde está ahora.”